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Tipos de glaucoma
Visión de un paciente, alterada por el glaucoma.
Hay dos tipos de glaucoma: crónico y agudo. El glaucoma crónico o de ángulo abierto es el más frecuente y peligroso. En este caso la presión ocular aumenta sin producir síntomas. Aparece generalmente entre los 35 y 40 años, por lo que se recomienda hacerse la prueba de tonometría (medida de la presión ocular) en todos los pacientes a partir de esta edad.
El glaucoma crónico produce la disminución progresiva del campo visual sin que el paciente se dé cuenta. La visión central solo es afectada en etapas avanzadas. Es un glaucoma traicionero y por eso se le conoce como el “ladrón silencioso de la visión”.
Hay dos tipos de glaucoma: crónico y agudo. El glaucoma crónico o de ángulo abierto es el más frecuente y peligroso. En este caso la presión ocular aumenta sin producir síntomas. Aparece generalmente entre los 35 y 40 años, por lo que se recomienda hacerse la prueba de tonometría (medida de la presión ocular) en todos los pacientes a partir de esta edad.
El glaucoma crónico produce la disminución progresiva del campo visual sin que el paciente se dé cuenta. La visión central solo es afectada en etapas avanzadas. Es un glaucoma traicionero y por eso se le conoce como el “ladrón silencioso de la visión”.
Glaucoma
Sin el tratamiento apropiado, el glaucoma puede llevar a la ceguera...
(Foto superior: Medida de la presión ocular). El glaucoma es una alteración caracterizada por el aumento de la presión en el ojo. La presión ocular normal es 10 a 20 milímetros de mercurio.
El responsable de mantener esta tensión es un líquido transparente, llamado humor acuoso, que se forma en la parte interna del ojo, pasa por la pupila y se drena en el ángulo que forman el iris y la córnea. Generalmente, el aumento de la presión ocular se debe a problemas en el drenaje, acumulándose el humor acuoso dentro del ojo. Esta tensión elevada se transmite a todas las paredes oculares, siendo la más débil a nivel del nervio óptico.
Tratamiento
El tratamiento para el glaucoma crónico es sencillo, pues casi siempre se controla con gotas. En caso de ser necesario, existe la alternativa de una cirugía convencional y la cirugía con láser. Cabe aclarar que el tratamiento está orientado a preservar la visión que el paciente tiene en el momento del diagnóstico, más no recuperar la visión perdida. Por eso, lo ideal es diagnosticar y comenzar el tratamiento en una etapa temprana.